Algo que me está ocurriendo en las sesiones de coaching es, sorprendentemente, que mis clientes confundan humilidad con castración psicológica o anulación personal. Me explico. Personas que cuando les preguntas cuáles son sus virtudes, fortalezas…responden con… «yo no podría decírtelas, soy una persona muy humilde…tendría que venir alguien a decirlas» o «soy una persona humilde y no me considero más que nadie… no me centro en lo que soy mejor que los demás…me centro más en lo que tengo que mejorar»
Y es que como afirma el padre de la psicología positiva, Martin Seligman, «la verdadera felicidad deriva de la identificación y cultivo de las fortalezas más importantes de la persona y de su uso cotidiano…». Es decir la identificación, consciencia, desarrollo de las fortalezas y virtudes propias y su aprovechamiento en nuestra vida diaria, es una condición sine qua non para la felicidad y el desarrollo personal. Muchas personas suelen confundir el amor propio, el reconocimiento de habilidades o virtudes con una falta de humildad, cuestión que es bastante perniciosa para su autoestima.
En las sesiones con mis clientes trabajamos éxitos en su vida de los que se sienten orgullosos, qué pueden agradecer lo que les han aportado y qué fortalezas identifican. Al cabo de una semana la persona se siente empoderada, toma consciencia de los recursos y fortalezas que dispone y afronta las adversidades con mayor entusiasmo y motivación. Como decía Dostoievski “El hombre se complace en enumerar sus pesares, pero no enumera sus alegrías.”
En el programa de liderazgo personal y profesional, Progressio, que estoy impartiendo, he introducido el modelo PERMA de Seligman y el optimismo aprendido, como un factor de motivación y facilitador del rendimiento. En sus investigaciones demuestra cómo las personas con estilo explicativo optimista rinden un 30% más, y cómo se puede aprender el optimismo o su estilo explicativo ¿te animas? Más info en Progressio
Foto: Pixabay / Stevens21
Ciertamente vivimos tiempos en los que auto evaluarse delante de otros, hace parecer un descarado, un ególatra, un engreido o tal vez un supremacista ante una u otra aptitud adquirida o innata, cuando lo que realmente produce no es más que la inquina, envidia o malestar de aquellos que te escuchan hacer auto evaluación y no tenerlas ellos, hace que produzca un rechazo y la crítica negativa hacia tus aptitudes.
Quizás y sólo quizás, porque no gustamos de ser criticados, es por lo que preferimos decir aquello de “que sean otros los que digan de mis aptitudes”, hasta que no sepamos que siempre va a haber alguien a quien no gustemos y aprendamos a convivir con la crítica sin que por ello nos vengamos abajo, al contrario, nos fortalezca, no sabremos decir delante de cualquiera, quien soy y lo que valgo